martes, 17 de agosto de 2010

Aprender a valorar la madre viva


Hay oportunidades en las que las madres y sus hijas dan la impresión de ser hermanas debido a que la familia se comenzó a levantar temprano y a que se logra el milagro de un crecimiento familiar en armonía con buena comunicación y respeto entre sus miembros.
Tal es el caso de las hijas de la escritora Angela Hernández: Cristabel, Aurora y Carolina (hermanas de Giordano José Hernández), muchas veces, cuando acuden como familia a un evento.
Las madres son un tesoro que cada quien tiene en casa. Las madres son un ser que, lastimeramente, se comienza a valorar cuando ya no están. Se trata de aprender a valorar el privilegio de tenerlas consigo.
“Nuestra madre tiene una serie de hábitos saludables de vida que incluye ejercicio diario, una alimentación basada en vegetales y desarrollada con mucha creatividad buscando nuevos sabores y combinaciones con elementos no puramente cárnicos como el queso. El secreto de su estado de salud parte de sus lecturas de la sabiduría oriental y de un gran sentido práctico”, afirma Cristabel Hernández.
Apunta Carolina que en su familia se ha valorado mucho la convivencia con la madre, quien es escritora y consultora en temas de género, para incrementar la comunicación.
“El secreto de una buena relación con la madre, más allá de los aspectos puramente formales y exteriores como es la apariencia física nos alegra mucho que nos confundan, pero nos alegra mucho más saber que hemos establecido una relación trascendente con ella, que somos parte de un equipo que se ama, se comprende y que ha aprendido a bregar con las diferencias generacionales y temperamentales, que las hay”, dice Carolina Soto Hernández.
Una madre que ve crecer y desarrollarse a sus criaturas es un hecho que pocas veces se valora como es debido.
¿Cuántas jornadas de trabajo no reconocido desarrolla una madre para ver crecer sus hijos? ¿Cuántas veces ha tenido que madrugar para preparar la ropa limpia de la escuela, el desayuno nutritivo y husmeante en la mesa, teniendo encima el peso emocional y muchas veces financiero, del hogar?
Bellamire Alevante, hija de Cándida Lidia Taveras de Alevante, quien trajo al mundo 13 hijos hizo con sus hermanas una reflexión sobre el hecho de tener su madre viva: “Tus hijas e hijos nos pusimos a pensar en cómo definirte. Te debemos mucho más que la vida misma, hoy decidimos pensar en ti. Tus trofeos somos todos nosotros: Las que te amamos como el ser más preciado; las que hemos estado a tu cuidado y las que hemos estado ahí cuando ha hecho falta cuidarte”, dice la declaración que escribieron para El Nacional.
Y siguen diciéndole: “Eres la representación en la tierra del infinito amor de Dios. Tal cual eres, amante, tranquila, servicial. ¡Cómo olvidarte un solo instante! No es el Día de las Madres que impone la sociedad lo que nos hace llegar hoy para que sientas cuán fructífera fue la siembra”.
Para una madre el traer 13 hijos al mundo no fue una labor sencilla. Son ellos
Yisselle, Magdalena, María Ernesta, Yolanda, Rosario, Bellamire, Bienvenida,
José Manuel, José Enrique, Félix Faustino y Mercedes. La vida de doña Cándida es la historia de una heroína anónima. Ella pasó por la difícil situación de enterrar a dos de sus hijos. Tuvo que acudir al sepelio de Rafael y Manuel de Jesús Alevante, quienes fallecieron siendo adultos.
Altagracia López (Mamine) habla con profundo amor de su madre, Eulogia López, con el amor infinito de quien se siente más que agradecida. Ella vive en Las Palomas, Santiago.
“Frente a una madre no se puede tener simple agradecimiento. Ella no hizo un favor empresarial cuando hizo lo que realizó para levantar esta familia. El amor de una madre no se puede definir así por así. Mi consejo es que cada hijo ame a su madre todos los días y se lo exprese cada día”, afirma.

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